El día ha empezado con el intento frustrado de fintar el desayuno, ahorrándome así una importante barrita y recuperando de paso una de las 2 que gasté de más ayer. El hecho de haberme pasado gran parte del día de ayer dormitando para engañar al hambre no me ha ayudado demasiado a alargar la vigilia de sueño, así que con las primeras luces del día mi estómago ha empezado a reclamar sonoramente su desayuno. Tanto estrépito ha formado que temía por ser descubierto, así que después de poco más de una hora intentando convencerlo y engañarlo a la par para que desistiese de su sonora reclamación, he tenido que satisfacer su demanda comiendo la barrita del desayuno. El problema ha sido que, en parte debido a la frugal cena de anoche, no he tenido suficiente con una. En previsión de una nueva sinfonía gástrica y justificándolo con la necesidad de no ser descubierto, mi resignada conciencia ha aceptado que comiera la otra barrita que tenía reservada para la cena de hoy.
La primera parte del día la he pasado teniendo mi cabeza ocupada, intentando no pensar en la comida. No ha sido nada fácil, sobretodo porque tener la certeza que vas a pasar hambre durante el resto del día solo ayuda a incrementar dicha sensación. Así que para ser sinceros, no lo he conseguido en todo el rato hasta que ha aparecido él. Él es un lindo gatito que se a paseado arrogante por el alféizar de la ventana que dá al patio trasero. Yo no lo he detectado hasta que mi estómago ha emitido un sonoro grujido al percatarse de su presencia. Es curioso como en los momentos de dificultad el cuerpo humano se adapta al máximo a las oportunidades que se le presentan para cubrir sus necesidades intentando de conseguir la supervivencia del individuo. Me he acercado a la ventana con sigilo, precavidamente, para no ser detectado por alguno de ellos que pudieran estar allí a fuera esperándome. El minino ya se había ido, pero mirando el cielo he comprobado que todavía quedan pájaros que lo sobrevuelan. Si, puede sonar raro pero, tratándose del fin del mundo, no tenía la certeza que todavía quedasen pájaros ni otros animales indiferentes a lo que les sucede a los humanos. Después de comprobar que no era el único ser vivo del planeta, me he alegrado porque he comprendido que podría alimentarme de los otros bichos que han conseguido sobrevivir. Dicho y hecho, enseguida me he puesto a construir una trampa tipo ballesta (cepo) que me permita capturar a mi escurridizo alimento. He estado devanándome los sesos, proyectando dos modelos, uno más liviano y pequeño para capturar palomas y otro para capturar mamíferos de tamaño medio, gatos y ratas principalmente. He estado planeándolo todo: en un rincón de la galería sé donde hay una araña bien grande. Con ella conseguiré atraer un pájaro insectívoro al que atraparé con un modelo perfeccionado de la primera versión de la trampa. Con el pájaro atraeré y capturaré al gato y con él, o mejor dicho con los restos que deje, atraeré ratas y quizás otros gatos carroñeros a los que podré capturar y devorar también, incluso podría capturar varios pájaros si consigo atraer suficientes insectos con lo que tengo en el water .cuando me he dado cuenta de lo asquerosamente asquerosos que eran mis planes me ha venido una arcada que casi me hace vomitar lo poco que tenía en el estómago. Por suerte he conseguido controlarla, porque si no hubiese sido un gran desperdicio. De todas formas, he dejado a mano los croquis de las trampas que había hecho así como los materiales con las que pensaba hacer (pinzas, madera y alambre principalmente) por si he de retomar el proyecto en el futuro.
Sorprendentemente el mantener mi cabeza ocupada en el diseño de la trampa ha conseguido que mi estómago también lo estuviese entretenido, aunque no sé bien con qué. Así que cuando he abandonado voluntariamente mi particular cuento de la lechera, mi estómago ha resucitado con un gran retorcijón que me ha obligado a llevarme las manos al abdomen, retorciéndome de dolor. Así es como me he dado cuenta que ha llegado la hora de la comida, haciendo sonar mi particular sirena del almuerzo.
MEGA-PLUS barrita sustitutiva de una comida así rezaba la etiqueta y esperaba que no fuese tan sólo un reclamo publicitario. El hecho que estuviese caducada desde junio del presente año era anecdótico. Exactamente no estaba caducada, tan solo había prescrito el periodo preferente que se recomendaba para consumirla, técnicamente eso no es caducar .Cuando me la regalaron me comentaron que necesitaría una gran cantidad de agua para tragarla, así que he agarrado la botella que tenía empezada de ayer, el agua parece que no va a ser un problema durante estos tres días, y la he dejado encima de la mesa, detrás de la barrita pulcramente colocada sobre el mantel. Sí, la comida de hoy iba a ser un verdadero banquete de fiesta, así que al contrario de los otros días, me he sentado en el comedor para comerla. Ostias! Hasta hubiese sacado un plato y los cubiertos si no fuese por el miedo que tenía a que la mínima partícula se quedase enganchada en ellos y la desperdiciase. La he abierto y no he sentido ningún aroma en especial. Ha sido cuando me la he acercado a la nariz cuando he sentido un ligero aroma a chocolate del barato, del sucedáneo, y encima un poco rancio. Tampoco estaba como para ser remilgado a estas alturas, así que le he dado un mordisco. La textura era rara, la cubierta de chocolate crujiente, una capa de algo desconocido con textura de polvorón y otra capa, también desconocida, de algo cuarteado acompactado. La mezcla de las tres texturas se mezclaba en la boca consiguiendo un bouquet parecido a comer polvorones con trozos de pegadolça pero con sabor a chocolate. Sólo para los paladares más exigentes. Cuanto daría por tener un gato, no para comérmelo a él, sino a su comida. Sorprendentemente, aunque después de comérmela continuaba con hambre, al poco me he sentido saciado, Por lo visto el texto de la etiqueta no ha sido un fraude
Esto me a provocado una euforia comparable a hechar un buen polvo entonces he caído en la cuenta de, no tan solo lo sólo que estoy, sino lo sólo que voy a estar suponiendo que sobreviva a mi dieta de barritas . NO! No me voy a quedar sólo, vendrán a por mí, vendrán a buscarme. Lindas soldaditos que me levantarán en volandas llevándome al helicóptero cercano, asegurándome con su femenina y a la vez férrea voz que ya no tenía nada de que preocuparme, que estaba a salvo, que ellas cuidarían de mí.
Yo me salvo, vale, pero que pasa con todos los demás? Que habrá sido de todas las personas que conozco? Que ha sido de las que he querido de verdad? Que ha sido de ella? No entiendo como ha comenzado todo, pero enseguida mis preocupaciones han desaparecido. Mi cabeza se ha colapsado con su recuerdo, pensando lo que fue, lamentando lo que no fue y recriminándome no haber conseguido mantenerla a mi lado, aunque fuera como amiga. Una amiga de verdad, que quisiera quedar conmigo de vez en cuando, que tuviera verdadero interés por saber de mí. Una amiga que no me contestara solo con monosílabos. Una amiga de verdad, no una conocida, una colega del trabajo. Me hubiese gustado tanto que pudiéramos ser buenos amigos. Amigos de verdad. Quizás no le supe expresar bién lo que realmente sentía por ella o no luché lo suficiente por ella, dándome enseguida por vencido. No lo puedo saber Lo más probable es que hubiese hecho lo que hubiese hecho el resultado sería el mismo porque ella nunca me demostró un verdadero interés. Todo fueron castillos de naipes que monté en el aire, falsas esperanzas que creé en base a nada, tan solo a mi deseo de ser feliz. Nunca le dije lo enamorado que estaba de ella ni lo dichoso que me sentía por haber vuelto a poder sentir esta sensación que creía desterrada de mi ser. Nunca le dije que pensaba que estaba maldito, que jamás podría volver a querer a nadie. Nunca le expliqué que entonces apareció ella en mi vida con su tímida sonrisa, salvándome de un hundimiento perpetuado por mi estado de ánimo. Nunca le conté que aquella tarde hubiese querido quedarme con ella para siempre. Nunca comprendió que lo que sentía por ella era demasiado fuerte como para dejarlo olvidado y demasiado complejo como para explicarlo en las pocas palabras que otra tarde, después de mucho insistir, conseguí pronunciar. Me hubiese gustado decirle tantas, tantas cosas, aún cuando ella no las hubiese entendido. Pero no se las puedo decir, no puedo volver al pasado. Ni tan siquiera se las puedo decir, tal y como están las cosas, en nuestro presente y el futuro no me depara mayores esperanzas. Tan solo me queda el amargo camino de la resignación, flajelándome con su recuerdo, atormentándome con lo que quise y no fue. Hacía tiempo que no pensaba en ella, engañándome diciendo que la había olvidado, sabiendo que cada pensamiento lo ocupaba ella. Quizás ahora sea un buen momento para hacerlo .
Miro el reloj y me doy cuenta de lo tarde que se me ha hecho. Es curioso, en todo el tiempo que he estado pensando en ella ni me he acordado de la comida. La oscuridad me indica que es hora de ir a dormir. No tengo nada de apetito y no ha sido por la barrita Mega-plus odio las canciones de amor, con sus finales felices que, en la vida real, nunca funcionan así.