Se siente en el aire una espécie de tensión extraña. ¿Es por el tan anunciado fin del mundo que nos predicen los escatólogos? ¿O por la proximidad de las fiestas navideñas? Realmente sales a la calle y la gente está acudiendo a los comercios como si realmente el mundo se acabase.
Ya podría caer en lunes, que cuando no es un catarro o un dolor de cabeza es un apocalipsis, lo importante es joderle el fin de semana a uno.
El problema es que en lugar de abastecerse de armas y víveres, la gente está comprando frascos de perfume, corbatas y ropa interior. Si realmente el mundo se acaba, al menos estaremos todos sexys y oliendo bien.