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La psicología de la supervivencia

Es curioso pensar por qué resulta atrayente hablar de supervivencia. ¿Qué tienen de especial las historias de supervivencia para que, aunque narren hechos poco deseables y nada gratos, consigan captar la atención y el imaginario colectivo?

En mi caso conozco la respuesta. A pesar de las penurias que narran, las privaciones que han padecido quienes las han protagonizado y un más que posible fatídico desenlace, me gustan las historias de supervivencia porque narran el triunfo del espíritu humano sobre las condiciones adversas en las que se han visto inmersos sus protagonistas y a las que se han tenido que enfrentar.

En definitiva, no son para mí historias de supervivencia sino historias de superación y crecimiento contra las adversidades, de triunfo de la voluntad férrea del ser humano por sobrevivir.

La inclusión de la palabra voluntad no ha sido gratuita, sino completamente deliberada ya que creo que es precisamente esta voluntad de sobrevivir nuestra mejor baza a la hora de enfrentarnos ante estas situaciones extremas.

Así es, para mí la psicología juega un papel muy importante en la supervivencia, algo que en la mayoría de manuales se suele explicar con no demasiado detenimiento, si es que no solo se menciona de pasada, puesto que normalmente éstos muestran las técnicas necesarias para sobrevivir centradas en el aspecto físico, es decir, centradas en procurarse refugio, agua, alimento y fuego, pero no en el aspecto psicológico (actitud del superviviente ante la adversidad, gestión de la ansiedad, el miedo, la desesperación, etc.).

De nada sirve tener unos grandes conocimientos técnicos si a la hora de la verdad no somos capaces de ponerlos en práctica por tener una moral baja provocada por la poco deseable situación en la que nos encontramos y a la pretendemos sobrevivir.

Por lo tanto, para sobrevivir es tan necesario tener unos conocimientos técnicos como una buena actitud psicológica.

Voluntad de supervivencia

Siempre digo que lo único que realmente se necesita para sobrevivir es continuar con vida. Bajo este paradójico juego de palabras no se esconde otra realidad que para sobrevivir se ha de querer sobrevivir, es decir, se ha de tener voluntad de supervivencia. Ésta es la condición psicológica básica.

Seguramente os preguntaréis: ¿Y qué superviviente no va a querer sobrevivir? Posiblemente un necio o un idiota, habréis pensado. Quizás pueda ser así si solo pensamos que esta decisión la tomamos de forma consciente, pero hemos de ver que hay condicionantes tanto físicos (falta de agua o alimento, verse sometido a las inclemencias del entorno, etc.) como psíquicos (sentir miedo, sentir culpabilidad, no superar la pérdida, no tener motivo por el que sobrevivir, etc.) que pueden condicionar y menoscabar inconscientemente la voluntad del superviviente hasta tal punto de llevarle a fracasar en su intento de sobrevivir, llevándolo a adoptar medidas tan drásticas como el suicidio como única vía de escape ante la situación a la que se enfrenta.

Como en otros aspectos de la vida, factores psicológicos como la autoconfianza, la autoestima, la fuerza de voluntad y la actitud frente a la vida influyen notablemente en la forma de gestionar los sentimientos, siendo tan determinantes en condiciones de supervivencia como los conocimientos, el entrenamiento, el equipo o la experiencia.

Por lo tanto, la voluntad de sobrevivir es la capacidad psicológica primera y de mayor importancia que hemos de potenciar para conseguir el éxito en nuestra empresa.

Factores psicológicos condicionantes

Como he mencionado anteriormente nuestra voluntad de supervivencia puede verse condicionada tanto por factores físicos como psicológicos. Sin poder separar unos de otros para sobrevivir y teniendo en cuenta que la mayoría de manuales explican técnicas para paliar los primeros, vamos a aunar un poco sobre los segundos.

Según J.A. Martínez Sánchez, Capitán Psicólogo de la Academia General del Aire, los principales factores psicológicos condicionantes de la actitud y comportamiento del superviviente son la ansiedad, la culpabilidad, la frustración, la soledad y la tristeza.

Ansiedad: Sentir miedo es una reacción humana normal, máxime cuando nos enfrentamos a una situación catastrófica en la que peligra nuestra vida y que, gestionándola de forma correcta, puede ser estimulante para la lucha por la supervivencia ya que el miedo agudiza los sentidos, nos mantiene alerta y nos prepara para la lucha. El problema radica en no saber gestionar correctamente ese, llamémoslo así, miedo beneficioso y dejando que este crezca, apoderándose de nosotros. En este caso estaríamos hablando de pánico, refiriéndonos al miedo contraproducente o negativo que nos limitaría en nuestra lucha por la supervivencia, llegando a impedirnos realizar nuestras tareas necesarias para sobrevivir. Este miedo negativo acabaría llevándonos a un estado que denominaríamos de ansiedad y que se manifestaría de diversas maneras, tanto a nivel cognitivo, conductual y fisiológico, tal y como se muestra en la siguiente tabla:

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Los desencadenantes del miedo, el pánico y la ansiedad pueden ser múltiples y variados, pudiendo deberse tanto a factores físicos (limitaciones por heridas, falta de alimento, fatiga, etc.) como psicológicos (incertidumbre, impotencia, aislamiento, pérdida de la esperanza). El conocerse bien, y conocer a los otros componentes del grupo, facilitará identificar estos desencadenantes, pudiendo así determinar estrategias para mitigar o eliminar sus efectos perniciosos.

Culpabilidad: Es habitual que aquéllos que sobreviven inicialmente a un desastre en el que han muerto compañeros o seres queridos presenten sentimientos contradictorios. Por una parte sienten euforia o alegría por haberse salvado, pero por otra parte sienten tristeza, culpa o vergüenza por haber sido ellos los afortunados y no sus compañeros o seres queridos.

Este sentimiento de culpa puede ser absurdamente peligroso ya que, mal gestionado, podría llegar a sumir al superviviente en un estado tal de culpa que le impidiese sobrevivir cuando, precisamente debido a la pérdida ocurrida, debería doblar sus esfuerzos por salir airoso.

Frustración: Cuando no conseguimos aquello que queremos es habitual que nos sintamos frustrados, es decir, decepcionados porque no se ha cumplido nuestra voluntad. Este sentimiento puede ser especialmente habitual en condiciones de supervivencia cuando, por motivos que ya bien sean limitantes físicos, psíquicos o de disponibilidad de recursos, sea bastante habitual que no consigamos aquello que queremos o nos cueste más obtenerlo. De no ser bien gestionados, estos sentimientos de frustración podrían llevar al superviviente a tener sentimientos más profundos de impotencia y desesperación, adoptando comportamientos negativos para la supervivencia tanto del grupo como de él mismo (irritabilidad, agresividad, impulsividad, etc.).

Soledad: El ser humano es un ser social por naturaleza. Lo habitual es vivir rodeado o en contacto con otros semejantes, siendo la excepción aquellos que deciden vivir completamente solos. Así, como norma general, podemos afirmar que nos cuesta estar solos. Pero precisamente en situaciones de supervivencia suele ser bastante habitual encontrarse solo y/o aislado, por lo que es fácil que tengamos sentimientos negativos relacionados con esta condición a la que no estamos habituados y que, a la práctica, nos reporta menores posibilidades de supervivencia salvo que gocemos de una capacidad de autosuficiencia difícilmente alcanzable.

Pero desde el punto de vista psicológico, resulta mucho más dañino aquella soledad, denominada soledad emocional, que se da en un superviviente que forma parte de un grupo y que resulta especialmente nociva para todos sus integrantes y su cohesión, ya que quien la sufre puede llegar a sentirse apartado, no aceptado o no integrado en el mismo, con el consecuente detrimento en el cumplimiento de las funciones que tenga asignadas y en la consecución de los objetivos globales del grupo, sin olvidar las tensiones, discusiones o peleas que se puedan originar entre sus integrantes.

Tristeza: Como en los otros casos de condicionantes expuestos anteriormente, en situaciones de supervivencia es normal tener sentimientos de abatimiento, decaimiento o falta de alegría por los que no hemos de dejarnos dominar. Así, para sobrevivir es necesario sobreponerse a ellos, ya que si estos se perpetuaran en el tiempo podrían llevarnos a un estado depresivo y su consecuente espiral de pensamientos negativos que lo retroalimentarían y lo harían más grande, siendo cada vez más difícil escapar del mismo y pudiendo llegar a la derrota total, física y mental, del superviviente.

Como se puede apreciar, los factores psicológicos condicionantes de la actitud y comportamiento del superviviente están íntimamente ligados los unos con los otros y no dejan de ser los mismos que nos condicionan en nuestra vida diaria habitual pero con el agravante de la situación en la que nos encontraríamos, siendo por tanto las consecuencias de dejarnos influenciar por ellos mucho más nefastas y comportando habitualmente el fracaso en nuestro empeño por sobrevivir.

Ahora, una vez conocidos cuáles son estos factores psicológicos condicionantes, podemos establecer diversas estrategias, técnicas o medidas para afrontar con posibilidades de éxito, desde el punto de vista psicológico, cualquier situación de supervivencia .

Pero eso se explicará en una futura entrega.

2 Comments

  1. taniki

    uoh! muy buen artículo sr. Pelos!!
    estoy totalmente de acuerdo con sus palabras, de hecho todo running que se precie (que ahora esta muy de moda eso de salir a correr, pero en un futuro con un AZ estos serán los mejores preparados) ha leído algún libro sobre autocontrol, voluntad, o alguna cosa por el estilo, ya que lo primero que te dicen es que tienes que “mentalizarte”. Y eso es inequívocamente mental, psicológico o como cada uno quiera ponerle la etiqueta. Obviamente el esfuerzo físico es básico, pero sin un complemento psiquico, psicologico o mental no hacemos nada!. De ahí porque me gusta tantísimo el cómic “the walking dead”, por el valor que le dan a los personajes y a su transfondo psicológico.
    Podríamos pasarnos horas discutiendo pros y contras de cada factor en un AZ, pero eso lo dejo para cuando volváis a prepararos una conferencia, tinto en mano discutimos todo lo necesario. En resumen, gran artículo!

  2. SNAKE %

    YES completamente de acuerdo . hacia días que quería contestar a este tema , TODOS y digo TODOS CONOCEMOS LO QUE ES UN BAJÓN . LOS HAY FUERTES . Y PUEDEN LLEGAR A FORTÍSIMOS . tanto que nos pueden afectar y repercutir en la salud general de todo el resto de nuestro organismo . si el coco no funciona bien . NADA FUNCIONA BIEN . La química y medicina pueden ayudar . otros se apoyan en las religiones y chamanismos varios . pero lo que de verdad AYUDA a superar toda esta merda . es el ESPIRITU y la forma física que se consigue con el ESFUERZO y la DISCIPLINA . QUE NOS PUEDE PROPORCIONAR por ejemplo CORRER . acertados comentarios de TANIKI .cuando dice que: en un ESCAPE ZETA estos serán los mejores preparados . sin pies rapidos . te comerán los zombies seguro . es mas diría que todo C.Z . que se precie de serlo tiene que mantener una compostura óptima con el ejercicio y la forma física . NORMA NUMERO UNO ES CARDIO. todo C.Z . debe tener un par de zapatillas . con la suela erosionada de meterles kilómetros . si no … pues nada de C.Z. .. miraros la conocidísima persecución de 28 días . la que acaba en la lancha con el agua llena de sangre . pedazo de espringon que se mete por el prado , con speeds zombies RABIOSOS . por todos lados . DIOS QUE MIEDO …. ASÍ QUE AL PRIMER SÍNTOMA DE BAJÓN . A CORRER . BUENO PARA EL COCO BUENO PARA EL CUERPO . bueno para C.Zetas

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